Durante siglos, la porcelana china ha sido uno de los tesoros más preciados de Europa y de los países occidentales en general. Símbolo de lujo, elegancia y distinción en el mundo de la decoración para el hogar.
Un tesoro de origen oriental, convertido en objeto de deseo y su fabricación, un codiciado secreto para los artesanos occidentales de principios de la Edad Moderna.
La cerámica y la porcelana han sido, históricamente, para la cultura china lo que en Europa, la pintura y la escultura. Por eso mismo, en China la producción de vasijas y complementos decorativos realizados en cerámica o en porcelana eran considerados todo un arte.
Antes de seguir con este post, cabe matizar la diferencia entre la cerámica y la porcelana. Aunque, aparentemente, en base son muy similares, albergan unas cuantas diferencias:
* PORCELANA:
- hecha a base de caolín, una arcilla especial que al fundirse a altas temperaturas se vuelve cristalina y refractaria.
- se cuece a temperaturas tan elevadas como 1200°C - 1450°C. El resultado es una pasta vitrificada, no porosa y muy resistente, ligeramente traslúcida e impermeable.
* CERÁMICA:
- realizada a partir de arcillas más comunes y con un grano más grueso que el del caolín.
- se trabaja por debajo de las temperaturas establecidas para la cocción de la porcelanas.
- es porosa y algo permeable.
La porcelana nació en la China Imperial bajo el reinado de la dinastía Tang (618 - 907), aunque hay evidencias de la existencia de vasijas realizadas con un material cerámico muy similar a la porcelana, que datan de un par de siglos antes de nuestra era, procedentes de la época de la dinastía Han.
El secreto de su dureza y a su vez, delicadeza radica en su composición: un 50% de caolín (arcilla blanca), un 25% de feldespato y otro 25% de cuarzo, lo que otorga mayor uniformidad y brillo a los objetos. Para obtener la pieza, como hemos comentado, las piezas realizadas con esta mezcla oscilan entre los 800 y los 1450 grados. Ésta durante el proceso de fabricación se someterá a varias cocciones, siendo en la tercera, el momento en el que se añade la decoración esmaltada que las hace tan especiales y fáciles de reconocer. A partir de entonces, el esmalte ya quedará fijado.
La gama de color de estos artículos decorativos en un principio fue en blanco y azul cobalto, pero después empezó a jugarse con la policromía y se añadieron tonos como el amarillo, el verde o el rojo, para dar viveza y dinamismo a vasijas, jarrones e incluso, vajilla.
Aunque durante la Edad Media ya llegaron algunas piezas de porcelana a Europa, a través de los mercaderes que llegaban de la Ruta de la Seda, no fue hasta el siglo XV cuando comenzaría la verdadera introducción de la porcelana china en el mercado europeo. Al principio, se trata de piezas puntuales e importadas por encargo, pero a partir del siglo XVII, la Compañía Holandesa fue la que monopolizó el comercio de importación de estas escasas y lujosas piezas, que se habían convertido en moda en palacios y residencias de la clase más acomodada. Es así como Amsterdam se convierte en el principal foco y centro del comercio europeo de la porcelana china.
Con el tiempo, las autoridades chinas empezaron a proteger su producto y prohibieron navegar a ningún occidental por aguas asiáticas. Con ello, pretendían proteger la fórmula de la porcelana y mantener el secreto de su fabricación. Es así como los europeos empiezan a realizar sus propios intentos y a probar sus propias fórmulas, obteniendo una porcelana más blanda y menos resistente.
En el siglo XVII, aprovechando el éxito y la alta consideración que se tenía en Europa por la porcelana china, el emperador Kangxi (1654-1722, Dinastía Qing) decidió establecer toda una manufactura de porcelana en la ciudad china de Jingdezhen, donde construyó fábricas y edificios que mantuvieran una alta producción de porcelana destinada a la exportación a Europa y a la nobleza del propio país. Toda esta situación empieza a cambiar a principios del siglo XVIII, cuando en Europa se descubre, por primera vez, la fórmula de cómo conseguir una porcelana tan pura y resistente como la china.
En el siglo XVII, aprovechando el éxito y la alta consideración que se tenía en Europa por la porcelana china, el emperador Kangxi (1654-1722, Dinastía Qing) decidió establecer toda una manufactura de porcelana en la ciudad china de Jingdezhen, donde construyó fábricas y edificios que mantuvieran una alta producción de porcelana destinada a la exportación a Europa y a la nobleza del propio país. Toda esta situación empieza a cambiar a principios del siglo XVIII, cuando en Europa se descubre, por primera vez, la fórmula de cómo conseguir una porcelana tan pura y resistente como la china.
El descubrimiento se da en 1709 en la ciudad alemana de Meissen (Sajonia), por el alquimista Johann Friedrich Böttger, con ayuda de Welther von Tschirnhausen. Un año después, se otorga la patente para instalar una fábrica en Dresde, que se trasladaría unos meses después a Meissen, donde se fundaría la Real Fábrica de Porcelana de Sajonia. A mediados del siglo XVIII, cuando Meissen pierde la exclusividad de su fórmula, esta se difundirá por el resto de países europeos con la consecuencia de nuevas manufacturas, entre las que destaca, por encima de todas, la producción francesa de Sèvres. Otras fábricas de este tipo de cerámica serán la italiana de Capodimonte o la española del Buen Retiro.
Es así como vemos ejemplos de porcelana de estilo francés estampadas con el famoso Toile de Jouy, ramilletes de flores e incluso, en España, paisajes y escenas cotidianas, como las de las vajillas fabricadas en la Cartuja de Sevilla.
Actualmente, la porcelana sigue considerándose como un artículo decorativo, sinónimo de elegancia, buen gusto y distinción en ambientes clásicos y tradicionales. Te sugerimos algunos complementos de nuestra tienda online, inspirados en esta técnica:
La verdad es que la porcelana china queda de lujo... Yo tengo algunos jarrones junto con unos cuencos tibetanos y algunas figuritas y es un rincón muy relajante
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