En invierno, inconscientemente, apostamos por colores más oscuros y profundos en nuestra vestimenta habitual. Además, escogemos tejidos más espesos, cálidos y voluminosos, estampados con motivos más sobrios, elegantes y clásicos.
Un ejemplo de ello pueden ser nuestros adorados jerséis de lana de cuello alto, las capas y americanas de tweed, los abrigos paño o de visón, las famosas bufandas de lana de cachemir o las camisas de franela a cuadros.
Un ejemplo de ello pueden ser nuestros adorados jerséis de lana de cuello alto, las capas y americanas de tweed, los abrigos paño o de visón, las famosas bufandas de lana de cachemir o las camisas de franela a cuadros.
De la misma manera en que nosotros nos vestimos con telas más cálidas, estampados más invernales y colores más apagados, tendemos a decorar nuestro hogar en invierno.
La misma comodidad y calidez que buscamos en nuestra ropa de abrigo, es la que buscamos al volver al hogar. Esto se traduce en gruesas mantas de pelo sintético o de lana trenzada a los pies de nuestra cama o sobre el brazo del sofá; fundas de cojín que van desde los estampados más navideños y divertidos a los más cálidos y blanditos, a conjunto con las plaids; y por supuesto, alfombras de materiales cálidos, suaves y espesos.
La misma comodidad y calidez que buscamos en nuestra ropa de abrigo, es la que buscamos al volver al hogar. Esto se traduce en gruesas mantas de pelo sintético o de lana trenzada a los pies de nuestra cama o sobre el brazo del sofá; fundas de cojín que van desde los estampados más navideños y divertidos a los más cálidos y blanditos, a conjunto con las plaids; y por supuesto, alfombras de materiales cálidos, suaves y espesos.