Conoce los distintos tipos de colchón y qué hacer para mantenerlos en buen estado

Aunque quizás nos pase desapercibido, el colchón nos acompaña siempre en nuestras horas de descanso. Por ello, debemos elegir el tipo de colchón que mejor se adapta a nuestras necesidades y a nuestra anatomía.

Actualmente, existe una amplia gama de colchones, realizados con materiales de alta calidad. Como cada uno de ellos tiene sus peculiaridades, ventajas y desventajas, no está de más que los conozcamos un poco mejor antes de decantarnos por uno para nuestro dormitorio o el de nuestros hijos. Aquí va nuestra clasificación:

- Colchones viscoelásticos: estos quizás son los más adaptables. El material viscoelástico actual y de buena calidad está formado por células abiertas, lo cual permite una buena circulación del aire.

Una superficie viscoelástica es una espumación termosensible y muy adaptable, por tanto reacciona hundiéndose más al aplicar calor (el calor del cuerpo) y endureciéndose con el frío.

La particularidad de este tipo de colchones reside en dos factores muy importantes: en primer lugar, aunque siempre hayamos dado la vuelta a los colchones y los hayamos usado por ambas caras, los colchones viscoelásticos se recomienda utilizarlos por la cara con propiedades viscoelásticas. En segundo lugar, este tipo de colchones ofrecen un alto grado de adaptabilidad a nuestra anatomía y poseen una firmeza media, con lo que éste se adaptará al cuerpo, sin envolverlo ni hundirlo.

Como se trata de un producto sintético, el colchón viscoelástico no tiene problemas de transpiración. Por ello, no deberemos preocuparnos del soporte donde lo colocamos, sino de las prestaciones que tiene el mismo; un somier de láminas le dará más adaptabilidad al conjunto, mientras que una base tapizada dará estabilidad y firmeza. Este tipo de colchones se recomienda especialmente a usuarios con problemas posturales y dolores de espalda, pues asegurarán una postura relajada, un apoyo total del cuerpo y un buen descanso.

- Colchones de muelles: son los más utilizados habitualmente, pues ofrecen un alto grado de firmeza combinada con la flexibilidad de los muelles. Estos se encuentran en la zona central de la pieza y de ellos dependerán los distintos grados de firmeza. Elegir el grado de firmeza y elasticidad correcto será la clave para un descanso placentero y un sueño reparador. Este tipo de colchones incluye, además, varias capas de amortiguación para aislar la dureza de los muelles, y un acolchado exterior de viscoelástico o de látex. El tejido exterior de la pieza, además deberá ser hipoalergénico y transpirable. 

Por su parte, existen dos tipos de muelles: los bicónicos (se adaptan mejor al peso de las diferentes partes del cuerpo) y los ensacados (distribuyen mejor el peso y dan más firmeza al colchón).

- Colchones de espuma: aunque son los más tradicionales, no por ello tienen que ser malos. Este tipo de colchones están fabricados en espuma de poliéster o de poliuretano, y cuentan con distintas alturas y densidades a elegir por el usuario. Aunque quizás este sea al material que más tiende a hundirse, las nuevas espumas HR (de alta resilencia) cada vez son más resistentes y firmes, lo que impide su deformación y proporciona una posición ergonómica, más estable y firme.

Gracias a los avances técnicos, las espumas actuales permiten una mayor transpiración y elasticidad. Aunque son firmes, no lo son tanto como los colchones de muelles. Aún así, este tipo está recomendado para personas con sobrepeso o problemas de espalda, que desean dormir sobre un colchón un poco más mullido.

- Colchones de gel: este tipo de colchones están pensados para personas que pasan calor por la noche. Al tratarse de piezas realizadas a partir de gel fresco y superficies viscolásticas, nos encontramos ante una pieza con mayor estabilidad térmica, dado que se se trata de un material que disipa tanto el frío como el calor.

Además compensan la presión que ejercen algunos de los puntos de nuestra anatomía sobre el colchón, estabilizando el conjunto. Esto supone una ventaja muy sustancial debido a que favorece una posición correcta y equilibrada. Tanto el gel como el visco son materiales totalmente hipoalergénicos y de fácil ventilación, lo que hará muy sencillo su mantenimiento y reducirá las posibilidades de padecer brotes alérgicos.

- Colchones de látex:  se trata de los más naturales y ecológicos. Fabricados en látex y espuma sintética, disponen de por lo menos cinco zonas de firmeza diferenciadas que se adapten correctamente al cuerpo. Los materiales además deben cumplir con los estándares de higiene y tratamientos antibacterias.  En casos anteriores, no recomendábamos colocar el colchón sobre un soporte determinado, pero en este caso, es necesario saber que deberán usarse sobre somieres multiláminas que ofrezcan dureza y nunca en bases tapizadas, a no ser que ésta sea especialmente adecuada para este tipo de colchón.

Este tipo de piezas deben ser tratadas con cuidado y aireadas con bastante asiduidad, porque al tratarse de un material natural, se deterioran con mayor facilidad y son más sensibles al paso del tiempo y al desgaste.

- Colchones de viscolátex: se asemeja bastante al 'viscoelástico', pero tiene una composición distinta. En este caso, consta de dos partes: un acolchado superficial de espuma viscoelástica y un núcleo de látex que proporciona suavidad y firmeza al conjunto. El viscoelástico es un material termosensible que posee memoria y se ajusta al cuerpo perfectamente; el acolchado no necesita zonas de descanso diferenciadas gracias a la adaptabilidad de la viscoelástica. Por otra parte, se añade el látex que cuenta con varias zonas de descanso diferencias, con el fin de proporcionar una mayor adaptabilidad.

De esta manera se obtiene un colchón que se adapta a la fisonomía del durmiente evitando la aparición de puntos de presión, aportando una sensación de suavidad y proporcionando un descanso higiénico y confortable. Gracias a la eliminación de los puntos de presión, los colchones viscolátex proporcionan una sensación de ingravidez y reducen la necesidad de cambiar de postura durante el sueño, favoreciendo un descanso profundo.

| CONSEJOS DE MANTENIMIENTO |

1. Ventilarlo con frecuencia: cuando lo acabamos de comprar, es necesario airearlo durante unas horas al quitarle el plástico. A diario, deberemos dejar que se ventile antes de hacer la cama unos 15 minutos, sacudiéndolo un poco junto a las mantas y sábanas. Una vez al año, es recomendable plantarlo junto a la ventana y dejar que se airee durante al menos 12 horas seguidas.

2. Pasar la aspiradora: como mínimo una vez al mes, el recomendable pasar la aspiradora para eliminar el polvo y los ácaros. Para hacerlo de forma adecuada, procederemos a realizar la operación que se indica en el punto 3.

3. Voltearlo y girarlo de vez en cuando: para evitar que se deforme y coja polvo, deberemos cambiar el colchón de posición. En primer lugar, se le dará la vuelta de abajo a arriba y a continuación, se girará de la cabeza a los pies. De esa manera, lo podremos limpiar adecuadamente y asentaremos con nuestro peso las fibras del colchón, evitando su deformación. Este proceso deberemos repetirlo cada tres meses (pasados los seis meses de adaptación) y nada más comprarlo, hasta que se adapte, cada semana.

4. Colocarle una funda protectora si no es desenfundable: si se da el caso de que el colchón no lleva una funda lavable alrededor, deberemos colocársela para evitar que se manche el colchón. Una buena funda debe ser transpirable, impermeable y de fácil lavado. Nosotros recomendamos utilizar las fundas de algodón porque son económicas, transpiran y son fáciles de lavar. Sin embargo, en colchones de látex nunca se debe colocar una funda impermeable, pues por su composición, este tipo de colchones necesita ventilación. La funda debe lavarse al menos, una vez al mes.

5. Tratarlo con cuidado: no debemos ponernos de pie, ni saltar sobre el colchón, porque sino acabaremos hundiéndolo y dañando las fibras. Si tenemos niños, deberemos tener especial cuidado y enseñarles a no hacerlo, para evitar deformaciones y roturas.

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