Frida Kahlo y sus obras |
Frida Kahlo (1907 - 1954, Coyoacán), esa fuente inagotable de inspiración. Color, ganas de vivir y por otra parte, dolor. Revolución, transgresión y sentimiento. Arte nacido del corazón, belleza y realidad descarnada. Así fue y es como se recuerda a Frida Kahlo y a sus obras.
Avanzada a su tiempo, auténtica y libre de prejuicios, Frida Kahlo no se sentía ligada a ningún movimiento artístico (por mucho que se empeñaran los surrealistas en querer sumarla a sus filas), pero sí, a una corriente cultural, a unos ideales políticos y a un modo de vida transgresor y bohemio, y por supuesto, a un sentimiento de pertenencia, que la enraizaba a México y a su pueblo.
Esta pintora mexicana, si bien, se movió en los ambientes artísticos de la época (los muralistas mexicanos o los contemporáneos del movimiento surrealista en Europa), no siguió ninguna tendencia concreta. Simplemente, se dedicaba a contar a través de sus obras pictóricas su visión personal de la vida, a través de metáforas.
En ellas, dejaba ver su profunda sensibilidad, su dolor derivado de los distintos acontecimientos que marcaron su vida, y su necesidad de sobreponerse y ser feliz. Frida reflejaba la colisión de sus dos mundos: la lucha y el debate eterno entre su ansia de felicidad y la insistente amenaza de su destrucción, a la vez que conjuraba la dualidad entre los sueños (amor, e hijos) y la realidad (dolor e impotencia).
Avanzada a su tiempo, auténtica y libre de prejuicios, Frida Kahlo no se sentía ligada a ningún movimiento artístico (por mucho que se empeñaran los surrealistas en querer sumarla a sus filas), pero sí, a una corriente cultural, a unos ideales políticos y a un modo de vida transgresor y bohemio, y por supuesto, a un sentimiento de pertenencia, que la enraizaba a México y a su pueblo.
Esta pintora mexicana, si bien, se movió en los ambientes artísticos de la época (los muralistas mexicanos o los contemporáneos del movimiento surrealista en Europa), no siguió ninguna tendencia concreta. Simplemente, se dedicaba a contar a través de sus obras pictóricas su visión personal de la vida, a través de metáforas.
En ellas, dejaba ver su profunda sensibilidad, su dolor derivado de los distintos acontecimientos que marcaron su vida, y su necesidad de sobreponerse y ser feliz. Frida reflejaba la colisión de sus dos mundos: la lucha y el debate eterno entre su ansia de felicidad y la insistente amenaza de su destrucción, a la vez que conjuraba la dualidad entre los sueños (amor, e hijos) y la realidad (dolor e impotencia).