Se acerca un momento muy especial y bonito para disfrutar con la familia en casa. La casa se inunda de olor a galletas o bizcocho recién hecho y espíritu navideño. Los más pequeños de la casa corretean de aquí para allá, mientras sus hermanos mayores ayudan a los adultos a desembalar las cajas, en las que el pasado año guardamos el árbol de Navidad y los adornos.
Primero el árbol, con las ramas bien extendidas y luego los adornos navideños, cuidadosamente envueltos en papel de periódico o guardados en cajitas de seis en seis. De repente, el salón de tu casa parece sacado de una película de sobremesa norteamericana (o al menos, eso intentamos año tras año...).
Calcetines rojos colgados del árbol, un surtido interminable de pequeños 'Papa Noel' vestidos con sus trajecitos rojos y una barba de algodón blanco, e incluso, dibujos navideños que tus hijos o sobrinos hicieron en el colegio. También vemos guirnaldas hechas con bolitas de fieltro de distintos colores o estrellitas de cartón que hiciste tú mism@ el año pasado, poniéndote como objetivo, renovar la decoración del árbol y del salón poco a poco.